domingo, 23 de enero de 2011

Los centenarios

Martín Trinidad*

Durante los últimos meses se ha discutido mucho en torno a los centenarios, del inicio de la guerra de independencia y de la revolución, con tonos o propósito evaluativos. ¿Qué hay que festejar?, es la pregunta recurrente. La respuesta del gobierno de Calderón se reduce a proponer: “festejemos un cumpleaños”, sin más, vaciando de contenido la conmemoración, de manera que independencia y revolución no significan nada.
Los priístas, fieles a su tradicional autismo político, dicen que hay que festejar (y de paso agradecer) todo lo que ellos, el PRI, nos han legado. Autores y correctores de la historia hecha oficial a fuerza de exclusiones, imposiciones y el cinismo más escandaloso, los priístas asumen que Hidalgo, Morelos y Juárez fueron o habrían sido, de haber tenido oportunidad, priístas. En el más modesto de los casos, para ellos, el priísmo es fiel y justo heredero de los héroes que nos dieron patria; para que ellos pudieran medrar con ella: enriquecerse a costa de ella, estafarla, venderla, humillarla… y luego proclamar a los cuatro vientos que de no ser por el PRI la patria sería, con suerte, un conjunto de aldeas de salvajes ignorantes e indignos.
Tal forma de actuar y razonar no sorprende, viniendo del priísmo, sinónimo de vilezas de toda índole… Conviene recordar que NINGUN héroe patrio perteneció al PRI, esa pandilla de delincuentes y sinvergüenzas, a pesar de que ellos insisten en afirmarlo e insinuarlo.
Por parte de amplios sectores de las izquierdas, proclives decir no, sobre todo si el gobierno o cualquier autoridad dice sí, y poco aficionadas al estudio, la respuesta a la pregunta de qué hay que festejar es negativa. Algunos de plano dicen que nada porque ni somos independientes ni la revolución resolvió cosa alguna. Otros insisten en que no hay qué festejar, toda vez que los gobiernos neoliberales han traicionado y malbaratado al país, que en los hechos no hay ya país para el festejo. Algunos más opinan que los procesos conocidos como la independencia y la revolución no merecen esos nombres porque la pobreza y la injusticia siguen, dicen, igual o peor que antes de esas guerras. Los menos aclaran que no debemos confundir al país y los festejos por los centenarios con el gobierno espurio y la traición de los gobierno neoliberales, y pasan a continuación a señalar lo que en materia de justicia nos hace falta y lo que nos arrebató el neoliberalismo.
No obstante, los mexicanos tenemos mucho que festejar y muchas razones de orgullo. Es cierto que la pobreza es la condición mayoritaria de los mexicanos y que la injusticia y el crimen son factor común en todo el país y que es una vergüenza que nos hayamos dejado gobernar por el priísmo por 70 años y que para salir de él hayamos caído en el oscurantismo asesino panista. Pero, como colectividad, como pueblo (en su sentido histórico) tenemos que enorgullecernos y festejar que nuestros padres fundadores, hombres muy de izquierda (antes del marxismo), hicieron de México el primer país del continente (y de los primero del mundo) en el que fue abolida la esclavitud. Este vituperado país fue el primero en el que un indígena llegó a la presidencia, luego de presidir la Suprema Corte. Ese mismo indio izquierdista, Benito Juárez, y sus izquierdistas cuates crearon en México una de las primeras y únicas Repúblicas laicas del mundo, además de modernizar jurídicamente al país.
En 1906 el Partido Liberal Mexicano (PLM) sistematizó, a partir de una amplia consulta popular (primera en su tipo en el mundo), una de los primeros programas de lucha del proletariado en el mundo. Conviene insistir, el PLM no inventó el programa, sólo lo tomó de los movimientos obreros y campesinos del país, es decir, el programa del proletariado ideado por el propio proletariado.
Ese programa, hecho por el pueblo de México, se convirtió en la guía política ideológica de todas las fracciones en pugna durante la revolución y se transformó en pacto social en febrero de 1917 al quedar plasmado casi completo en la nueva Constitución de los Estados Unidos Mexicanos.
Otro motivo de orgullo es que con la constitución de 1917 nacieron el derecho agrario y el derecho laboral y, antes, mucho antes que en la Unión Soviética o en la Organización de las Naciones Unidas, fueron elevados a rango constitucional derechos que posteriormente fueron conocidos en conjunto como Derechos Humanos (lo cual no implica que hayan sido respetados; su creación fue obra del pueblo y violarlos fue labor de los gobiernos priístas).
La Constitución del 17 convirtió en propiedad de la nación el subsuelo (minerales y petróleo) y en 1938 el General Cárdenas (que no fue priísta) fue el primero en nacionalizar la industria petrolera, acto que lo convirtió en héroe y ejemplo de toda América Latina y le garantizó un sitio de honor en la historia universal. El gobierno de Cárdenas apoyó y defendió (la única ocasión en la que México ha enviado armas a alguna guerra) a la república Española, victima de un golpe de estado motivado porque los republicanos intentaron en los 30 del siglo XX lo que Juárez logró aquí en los 50 del siglo XIX.
Si todo esto fura poco, el pueblo de México, no obstante ser gobernado por una costra de burócratas traidores, viles y corruptos, logró imponerles la masificación de la educación, la obligatoriedad de la enseñanza primaria y el libro de texto gratuito, antes que la mayoría de las naciones lo vislumbraran. Este mismo pueblo, burlado y humillado por patrones y gobierno, tuvo aliento para conseguir la nacionalización de los ferrocarriles, de la minas, de las telecomunicaciones, de la electricidad, de los fertilizantes y otras actividades estratégicas para el desarrollo nacional. Al mismo tiempo se consiguió la creación del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y posteriormente del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), que literalmente salvaron y mejoraron la vida de la patria.
En otro orden de cosas por las cuales sentir orgullo recordemos que el 68 mexicano fue por su fuerza, trascendencia y desenlace uno de los más significativos de aquellos movimientos estudiantiles.
El primer país latinoamericano en el que se formó un frente de Amplio espectro de las izquierdas para derrotar a los viejos regimenes autoritarios fue México y el frente de marras se llamó Frente Democrático Nacional y dio origen al PRD (hoy de capa caída y en plena putrefacción).
En fin, podríamos seguir hablando de los primeros experimentos socialistas del siglo XX hechos por los Generales Villa y Zapata, cada uno a su estilo y convicción; de la UNAM y del IPN; de Lucio y Genaro; de Campa y Vallejo; el Ejército Zapatista de Liberación Nacional y muchos etcéteras, pero creo que ha quedado claro que hay mucho, mucho que festejar, mucho de que enorgullecernos y mucho que defender. Toda la herencia histórica: progresista, libertaria y socializante de nuestro pueblo debe ser defendida y recuperada por la generación de los centenarios.

* Exactivista en retiro ideológico

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