jueves, 13 de enero de 2011

CADA QUIEN SU ANTONIO

José Luís Govea
Va por Antonio

A tu escuela llegue sin comprender porque llegaba, en tus salones encuentro mil caminos y encrucijadas, y aprendo mucho y no aprendo nada. Maestra vida, camarada te da, te quita, te quita y te da…
Hacía mucho tiempo que no teníamos cielo azul en el distrito federal y de las estrellas ni hablar rara vez se puede localizar alguna ―A diferencia de mi pueblo. ―¿De dónde eres? ―De Huajuapan de León y jamás olvido ese cielo tan claro y lleno de estrellas, que parece que sólo con trepar a un árbol puedes tocarlas, en comparación con la montaña la naturaleza poco a poco nos va negando el esplendor de su belleza ―Ha de ser porque nos hemos encargado de convertir en verdaderos muladares a estas ciudades. Para completar el tétrico cuadro se levantan enormes monumentos de cemento, arena, grava y varilla por todos lados. ―Esto lo van haciendo sólo para beneficio del capital inmobiliario, de la industria automovilística y los emporios comerciales. ―¿Crees que con un paro se puede detener la agresividad de estos cabrones? ―No, pero con eso vamos calentando motores, hasta llegar a la huelga general y así nos vamos hasta donde tope. Una chispa puede incendiar la pradera, por eso les digo no le echen agua: ¡déjenla que prenda! ―Oye, Toño ¿Cuánto tiempo llevas en la grilla? ―Cerca de 40 años o más, me reclutaron muy joven los de la liga comunista Espartaco y pronto me traslade a Monterrey para hacer trabajo con los obreros. Haya conozco a Edelmiro Maldonado, quien me da chance de vivir en su casa y de entrada me dice que estoy pendejo para hacer trabajo político con la clase obrera. Me pregunta que si conozco la Ley Federal de Trabajo, los derechos de los trabajadores y que si yo he sido obrero alguna vez. En fin, concluye que estoy muy verde. Pese a ello me da la confianza y sometiéndome a un curso de capacitación teórico practico, en chinga me presenta con compañeros ferrocarrileros y me dice: si te sabes ganar la confianza de los trabajadores ya la hiciste, sino mejor dedícate a otra cosa. De algún modo me adaptó y casi sin darme cuenta ya estoy en los talleres y comiendo en el mismo comedor con los trabajadores de a de veras. Comienzo a formar círculos de estudio y a hacer amigos entre los trabajadores, ahí la llevaba. ―¿Por qué no te quedaste en Monterrey? ―Porque me llaman con urgencia avisándome que mi mujer está muy grave, como se pudo conseguí dinero para el pasaje y me regreso para el distrito federal. El problema es que cuando llego ya habían sepultado a mi esposa.
Ya estando en el DF, me di una vuela a la escuela y descubro que aparezco en las listas para presentar exámenes. ―¿Qué no sabías que había que presentarlos? ―No, de la escuela salgo prácticamente huyendo. Después del fuerte movimiento que generamos en la Nacional de Maestros, nos hostigaron tanto que lo menos que esperábamos era que estuviéramos expulsados. Sin embargo, al volver y constatar que podía presentar los exámenes finales me avoco a terminar la carrera de maestro.
Al miso tiempo en la liga comunista Espartaco, había un desmadre, peleados todos contra todos, unos nos decían una cosa de estos, estos nos decían una cosa de aquellos, que no había ni para donde hacerse. Junto con otros compañeros decidimos mejor formar nuestro propio grupo, dado que entendimos que la liga prácticamente estaba por desaparecer. Valoramos la influencia que teníamos en algunas escuelas y optamos por aplicar la línea de masas. Con esto buscamos romper con las prácticas de los comunistas de café. En esta etapa el autogobierno en arquitectura se vincula con las colonias populares, logrando en estas una gran incidencia y un rápido crecimiento de nuestro grupo.
―Oye, ¿Cómo le hiciste para estudiar, trabajar y levantar la organización? ―Pues metiéndole de lleno a todo, a demás la mayoría de nuestro grupo hacía trabajo de masas y con los contactos que teníamos en diferentes facultades y escuelas en el sector estudiantil encontramos un buen caldo de cultivo, para el implemento de nuestra política. ―Con razón no te supe padroteando al movimiento o de burócrata, aunque en eso de la padroteada, me imagino que te hubiese encantado ser el favorito en la casa de citas de Madame Calalú y no creo que como simple cliente, sino como verdadero califa. ―En ese aspecto no me puedo quejar, pues casi siempre he sido bien tratado por las mujeres, pero no en el término que tu lo dices y menos pidiéndoles dinero, buscando justificarme cómo otros, con las tareas de la revolución, pero esa es otra cosa muy aparte.
―Oye Antonio, pero ¿Qué sigue para adelante, porque todo esto esta bien canijo, como la estás viendo qué hay que hacer? ―Ah…, pues hay que unificar a los marxistas que quieran unirse para la revolución, poniendo en el centro nuestras coincidencias y dejando nuestras diferencias para otra etapa. Tenemos que reconocer todas las formas de lucha como validas y conformar una columna vertebral (es decir un partido de cuadros), que pueda conducir con acierto todo el descontento social que se esta presentando en nuestro país. Con este instrumento estaremos en condiciones de aplicar una línea política común, independientemente de la trinchera donde nos estemos desempeñando. Sólo de esta forma podremos rebasar el inmediatismo y la gran dispersión que tenemos. ―Es de celebrarse que nunca le haces el feo a un buen trago de ron y a una buena esperanza. Aunque hay que trabajarle mucho para concretar esas justas y necesarias aspiraciones…
Arturo Delgado, Director del CCH Oriente, te equipara con Demetrio Vallejo, con Valentín Campa, con Othón Salazar, por los atinados aportes que le hiciste a la lucha sindical y al movimiento revolucionara en su conjunto. De igual forma Félix Mejía, activista de la CUT, te recuerda cómo el maestro que influyó determinantemente para que él se hiciera una persona crítica y pensante. Seguramente habrá otros tantos de tus alumnos y otros tantos más de tus compañeros, que saben perfectamente lo que les sembraste en la testa.
No era mucho pedir sólo tres años. Pero la parca caprichosa y descortés decide acelerar la cuenta regresiva y te cambia el 20 por el 4, el 5 por el 7 y el 13 por el 10.
Una vez más, ¡Hasta siempre estimadísimo camarada, Antonio Martínez Torres! Descansa en paz.

* Dirigente del Congreso Popular por la Ciudad

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