domingo, 23 de enero de 2011

Los centenarios

Martín Trinidad*

Durante los últimos meses se ha discutido mucho en torno a los centenarios, del inicio de la guerra de independencia y de la revolución, con tonos o propósito evaluativos. ¿Qué hay que festejar?, es la pregunta recurrente. La respuesta del gobierno de Calderón se reduce a proponer: “festejemos un cumpleaños”, sin más, vaciando de contenido la conmemoración, de manera que independencia y revolución no significan nada.
Los priístas, fieles a su tradicional autismo político, dicen que hay que festejar (y de paso agradecer) todo lo que ellos, el PRI, nos han legado. Autores y correctores de la historia hecha oficial a fuerza de exclusiones, imposiciones y el cinismo más escandaloso, los priístas asumen que Hidalgo, Morelos y Juárez fueron o habrían sido, de haber tenido oportunidad, priístas. En el más modesto de los casos, para ellos, el priísmo es fiel y justo heredero de los héroes que nos dieron patria; para que ellos pudieran medrar con ella: enriquecerse a costa de ella, estafarla, venderla, humillarla… y luego proclamar a los cuatro vientos que de no ser por el PRI la patria sería, con suerte, un conjunto de aldeas de salvajes ignorantes e indignos.
Tal forma de actuar y razonar no sorprende, viniendo del priísmo, sinónimo de vilezas de toda índole… Conviene recordar que NINGUN héroe patrio perteneció al PRI, esa pandilla de delincuentes y sinvergüenzas, a pesar de que ellos insisten en afirmarlo e insinuarlo.
Por parte de amplios sectores de las izquierdas, proclives decir no, sobre todo si el gobierno o cualquier autoridad dice sí, y poco aficionadas al estudio, la respuesta a la pregunta de qué hay que festejar es negativa. Algunos de plano dicen que nada porque ni somos independientes ni la revolución resolvió cosa alguna. Otros insisten en que no hay qué festejar, toda vez que los gobiernos neoliberales han traicionado y malbaratado al país, que en los hechos no hay ya país para el festejo. Algunos más opinan que los procesos conocidos como la independencia y la revolución no merecen esos nombres porque la pobreza y la injusticia siguen, dicen, igual o peor que antes de esas guerras. Los menos aclaran que no debemos confundir al país y los festejos por los centenarios con el gobierno espurio y la traición de los gobierno neoliberales, y pasan a continuación a señalar lo que en materia de justicia nos hace falta y lo que nos arrebató el neoliberalismo.
No obstante, los mexicanos tenemos mucho que festejar y muchas razones de orgullo. Es cierto que la pobreza es la condición mayoritaria de los mexicanos y que la injusticia y el crimen son factor común en todo el país y que es una vergüenza que nos hayamos dejado gobernar por el priísmo por 70 años y que para salir de él hayamos caído en el oscurantismo asesino panista. Pero, como colectividad, como pueblo (en su sentido histórico) tenemos que enorgullecernos y festejar que nuestros padres fundadores, hombres muy de izquierda (antes del marxismo), hicieron de México el primer país del continente (y de los primero del mundo) en el que fue abolida la esclavitud. Este vituperado país fue el primero en el que un indígena llegó a la presidencia, luego de presidir la Suprema Corte. Ese mismo indio izquierdista, Benito Juárez, y sus izquierdistas cuates crearon en México una de las primeras y únicas Repúblicas laicas del mundo, además de modernizar jurídicamente al país.
En 1906 el Partido Liberal Mexicano (PLM) sistematizó, a partir de una amplia consulta popular (primera en su tipo en el mundo), una de los primeros programas de lucha del proletariado en el mundo. Conviene insistir, el PLM no inventó el programa, sólo lo tomó de los movimientos obreros y campesinos del país, es decir, el programa del proletariado ideado por el propio proletariado.
Ese programa, hecho por el pueblo de México, se convirtió en la guía política ideológica de todas las fracciones en pugna durante la revolución y se transformó en pacto social en febrero de 1917 al quedar plasmado casi completo en la nueva Constitución de los Estados Unidos Mexicanos.
Otro motivo de orgullo es que con la constitución de 1917 nacieron el derecho agrario y el derecho laboral y, antes, mucho antes que en la Unión Soviética o en la Organización de las Naciones Unidas, fueron elevados a rango constitucional derechos que posteriormente fueron conocidos en conjunto como Derechos Humanos (lo cual no implica que hayan sido respetados; su creación fue obra del pueblo y violarlos fue labor de los gobiernos priístas).
La Constitución del 17 convirtió en propiedad de la nación el subsuelo (minerales y petróleo) y en 1938 el General Cárdenas (que no fue priísta) fue el primero en nacionalizar la industria petrolera, acto que lo convirtió en héroe y ejemplo de toda América Latina y le garantizó un sitio de honor en la historia universal. El gobierno de Cárdenas apoyó y defendió (la única ocasión en la que México ha enviado armas a alguna guerra) a la república Española, victima de un golpe de estado motivado porque los republicanos intentaron en los 30 del siglo XX lo que Juárez logró aquí en los 50 del siglo XIX.
Si todo esto fura poco, el pueblo de México, no obstante ser gobernado por una costra de burócratas traidores, viles y corruptos, logró imponerles la masificación de la educación, la obligatoriedad de la enseñanza primaria y el libro de texto gratuito, antes que la mayoría de las naciones lo vislumbraran. Este mismo pueblo, burlado y humillado por patrones y gobierno, tuvo aliento para conseguir la nacionalización de los ferrocarriles, de la minas, de las telecomunicaciones, de la electricidad, de los fertilizantes y otras actividades estratégicas para el desarrollo nacional. Al mismo tiempo se consiguió la creación del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y posteriormente del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), que literalmente salvaron y mejoraron la vida de la patria.
En otro orden de cosas por las cuales sentir orgullo recordemos que el 68 mexicano fue por su fuerza, trascendencia y desenlace uno de los más significativos de aquellos movimientos estudiantiles.
El primer país latinoamericano en el que se formó un frente de Amplio espectro de las izquierdas para derrotar a los viejos regimenes autoritarios fue México y el frente de marras se llamó Frente Democrático Nacional y dio origen al PRD (hoy de capa caída y en plena putrefacción).
En fin, podríamos seguir hablando de los primeros experimentos socialistas del siglo XX hechos por los Generales Villa y Zapata, cada uno a su estilo y convicción; de la UNAM y del IPN; de Lucio y Genaro; de Campa y Vallejo; el Ejército Zapatista de Liberación Nacional y muchos etcéteras, pero creo que ha quedado claro que hay mucho, mucho que festejar, mucho de que enorgullecernos y mucho que defender. Toda la herencia histórica: progresista, libertaria y socializante de nuestro pueblo debe ser defendida y recuperada por la generación de los centenarios.

* Exactivista en retiro ideológico

jueves, 20 de enero de 2011

La guerra por el narco

Martín Trinidad*

En cuanto Calderón llegó a la presidencia de la república, sabedor de que carece de la simpatía del pueblo, que su administración es ilegítima, casi ilegal y políticamente débil, imitando a George W Bush se inventó “un enemigo externo”, con el propósito de unificar a los mexicanos en torno a su gobierno. El enemigo de Bush fue una abstracción: el terrorismo internacional. El enemigo de Calderón también es abstracto, intangible: el narcotráfico.
Desde los primeros días de su gobierno Calderón centró su atención y la del público en la guerra que él y sólo él le declaró al narcotráfico. Y empezó la masacre. Todos los días se informa de decenas de asesinatos (ajusticiamientos le gusta llamarlos la PGR) que practican las bandas dedicadas al tráfico de drogas.
Es extraño que si el gobierno de Calderón moviliza por todo el país a ejército, marina y policía federal, para hacer la guerra a las bandas del narcotráfico, la inmensa mayoría de las muerte se deban a enfrentamientos entre narcos y a ajusticiamientos entre ellos; muy pocos son los caídos en enfrentamientos entre las fuerzas armadas nacionales y las pandillas de narcotraficantes. Es igualmente extraño que el conjunto de las fuerzas armadas del Estado Mexicano en cuatro años no hayan logrado derrotar y exterminar a una cuantas bandas de delincuentes.
Hace poco Calderón tuvo un arrebato de pudor y decidió cambiar el término guerra por el de lucha, que se oye menos bélico y más civil.
Más de 33 mil muertos (casi todos civiles y menores de 30 años) le ha costado al país la fracasada guerra con la que Calderón busca legitimidad. Para dar la apariencia de que gobierna e intentando pasar a la historia como algo más que un mediocre usurpador, Calderón propicia un baño de sangre que, de manera complementaria, le ha servido al gobierno para justificar miles de homicidios que no son investigados ni castigados con el pretexto de que se trata de ajusticiamientos entre narcotraficantes. Tan escandalosa es la omisión gubernamental que los mismos narcos hacen sus investigaciones, graban sus interrogatorios y los suben a youtube, con la esperanza de convencer al pueblo y al gobierno de que ellos no fueron los autores de tal o cual masacre sino sus competidores, porque esos cabrones si son sanguinarios.
La guerra de Calderón es una farsa: las fuerzas armadas apenas han encontrado y asesinado a media docena de capos de segundo nivel (¿Cuáles serán las razones por las que los narcos no se rinden para vender información al gobierno?, ¿Por qué la marina no les da esa oportunidad y prefiere liquidarlos?) y casi nunca se enfrentan con los sicarios (nombre que la PGR y por contagio los medios de comunicación asignan a los adolescentes usados como carne de cañón por los narcos). No hay tal guerra.
Pero si no hay guerra, ¿Por qué hay tantos homicidios? Porque, extrañamente, una vez que Calderón declaró la guerra a los narcotraficantes, estos comenzaron a hacerse la guerra unos a otros de forma cada día más agresiva e irracional. Debería llamar la atención de todo mundo que en cuatro años los jefes narcos no hayan establecido una alianza contra el enemigo común; salvo que sean tontos o no haya enemigo común. El caso es que la guerra real es entre las bandas de narcotraficantes.
¿Por qué hay guerra entre narcos? La respuesta obvia, porque la repite hasta el hartazgo el gobierno de Calderón, es que se disputan las rutas y los territorios para mover la droga. Si ese fuera el caso, por qué en otros países no ocurre igual, por qué esa disputa se da sólo entre mexicanos, por qué los mexicanos no disputan los territorios de la misma forma en los Estados Unidos. Simplemente porque no es cierto.
Evaluemos el estado de la guerra entre narcos. Los jefes del narco y sus huestes están atrapados en una guerra absurda pues cada uno tenía y mantiene básicamente su territorio y rutas para meter drogas a los EU.
Se dice que uno de los pleitos comenzó porque un grupo piensa que uno de sus jefes fue entregado por el jefe de otra banda, pero el narco es un negocio, un mega negocio, y en algo tan grande la pasión y la ira no dominan por mucho tiempo. Acaso ¿No sería lo normal que a estas alturas, en lugar de continuar su absurda guerra, los jefes narcos ya hubieran dirimido sus diferencias para dejar fluir el negocio?, ¿De cuándo a acá los narcotraficantes son moralistas, principistas y llevan la venganza y el honor familiar a sus últimas consecuencias?, ¿Los narcos no son personas pragmáticas dominadas por la ambición y, en consecuencia, robar, corromper, violar, matar, usar a los jóvenes como carne de cañón, etc. no les causa mayor remordimiento ni les espanta el sueño?
En todas las guerras los ejércitos son integrados por adultos jóvenes. Cuando se prolongan y la disponibilidad de adultos se reduce, se integra a adolescentes e incluso niños a los ejércitos. En la guerra entre narcos los combatientes son cada vez más jóvenes. Esto implica varios problemas: a) la disponibilidad de personal para los combates, para cuidar las rutas y territorios y para el trafico de drogas es cada día menor; b) el recambio de personal incrementa el gasto en capacitación, a la vez que se reduce la proporción del personal con experiencia; c) las guerras prolongadas que se estancan entran en crisis y los actos de terrorismo y los crímenes de guerra se incrementan, como las matanzas colectivas; d) las guerras entre niños y adolescentes, que se han formado, crecido y educado en la guerra, son más crueles e inhumanas, por carecer de algún freno moral. Ninguno de estos hechos le conviene a las partes en pugna, en este caso los jefes narcos.
Aparentemente los capos no se han enterado que la pena de muerte no sirve para reducir el número de delitos. La aplican de manera indiscriminada sin obtener resultado favorable, pues ningún aprendiz de narco dejará de obedecer a su capo por miedo a que lo mate y lo torture la competencia. La pena de muerte que aplican los narcos contra sus rivales los perjudica a ellos mismos, pero no detienen la carnicería.
Para solucionar una guerra semejante, los capos de las mafias que contrabandeaba alcohol a los Estados Unidos durante la prohibición en la década de los años 20 del siglo pasado, acordaron los limites de sus territorios, determinaron el cobro de cuotas a pagar cuando una banda necesitara cruzar el territorio de otra o hacer uso de sus rutas, prohibieron agredir a las familias de los miembros de las mafias, prohibieron matar mafiosos sin la autorización expresa de un capo, de manera que los problemas se arreglarían entre jefes. La cuestión es ¿Por qué los narcos mexicanos no han podido resolver sus conflictos?
A finales de los años 80 del siglo XX, el gobierno norteamericano decidió eliminar al jefe del trafico de cocaína en Colombia, Pablo Escobar Gaviria, a quién se le considera el mayor asesino de la historia de aquel país, pues se le vincula a la muerte de alrededor de 5, 500 personas.
Oficialmente el gobierno norteamericano luchaba contra el tráfico de drogas, en especial intentaba reducir la cantidad de cocaína que entraba a su territorio. Se dijo, entonces, que la mayor parte de la cocaína que llegaba a los EU provenía de Colombia; transportada e introducida por el grupo de Pablo Escobar. El gobierno de Colombia hizo suyo ese discurso y se enfrascó en una guerra a muerte contra el narcotráfico.
A la larga los gobiernos de Colombia y de EU ganaron la guerra. Pablo Escobar se entregó a cambio de no ser extraditado y de elegir y controlar su prisión. Avisado de que irían a matarlo a su elegante y cómoda prisión trató de escapar y en el intento fue asesinado. En tanto, la entrada de cocaína a los EU continuó como siempre, no hubo escasez, no se incrementaron los precios, no hubo compras de pánico y el origen de la droga siguió siendo el mismo: Colombia.
Entonces ¿Por qué el gobierno yanqui le declaró la guerra a Pablo Escobar?, ¿Cómo lo derrotaron?
El Congreso gringo le declaró la guerra a Pablo Escobar, como consecuencia de que los poderes fácticos del imperio norteamericano decidieron eliminarlo. El hombre rompió las reglas, no escritas pero de acatamiento obligatorio, de toda mafia: 1) serás tolerado y protegido por el Estado a cambio de compartir las ganancias en forma de jugosos sobornos, 2) podrás gozar de todos los placeres e incluso departir ocasionalmente con la alta sociedad, pero serás discreto, te mantendrás en la sombra, sin ostentaciones, 3) no intervendrás en política; no apoyarás, no financiarás y mucho menos serás protagonista; te limitarás a hacer algunos trabajos sucios que se te soliciten, 4) respetaras y no cuestionaras tu posición en la estructura internacional del narcotráfico.
Pablo Escobar rompió todas las reglas: hizo escandalosa ostentación de la riqueza que le dio el tráfico de drogas; presumió a gritos que él era el jefe de la mafia; se hacía invitar a fiestas de políticos y empresarios; a cócteles de la alta sociedad y a eventos institucionales; hizo y presumió infinidad de obras de caridad, desde montones de canchas de fútbol hasta un barrio entero con su nombre; se hizo elegir senador suplente a través del partido que financió, “Nuevo Liberalismo” (del que fue expulsado posteriormente; en respuesta mandó a matar a los dos principales dirigentes) e incluso pretendió ser candidato a la presidencia. Por último, intentó penetrar con su organización más allá de lo permitido en el mercado norteamericano, quiso apoderarse de otros eslabones de la cadena de producción y comercialización de las drogas.
Pablo Escobar perdió la cabeza, olvido o no comprendió el papel y las limitaciones de los mafiosos, intentó revelarse y hacerse dueño de un negoció que no le pertenecía, del que sólo se le permitía ser socio minoritario por un tiempo, pero que pertenece a los dueños del imperio yanqui. En suma, se volvió loco y quiso salir del drenaje, que es el lugar que corresponde en la sociedad a los mafiosos; aunque se vistan de seda, coleccionen autos deportivos, hagan grandes mansiones, viajen en gran turismo y compren a las mujeres más hermosas. Cumplen una función, necesaria para el poder y el negocio ilegal, pero deben respetar las reglas o no sirven.
Cuando Escobar Gaviria intentó salir del drenaje, en 1983 un periódico, El Espectador, denunció lo que casi todo mundo sabía sobre él. Como consecuencia el Congreso le retiró la inmunidad y el gobierno comenzó a perseguirlo legalmente. Escobar mandó matar al ministro que lo denunció, a excompañeros de partido, al director de El Espectador y a muchos más.
Se levantó una campaña internacional de denuncia contra Escobar, se dijo que era el mafioso más malo, rico y poderoso del mundo, responsable de la adicción a la cocaína de los norteamericanos.
Mientras Escobar era perseguido y pasaba a la clandestinidad, otras bandas de narcotraficantes, antes subordinadas, crecieron en poder y capacidad de fuego de manera sorprendentemente rápida. Pelearon violentamente al Cartel de Medellín cada centímetro de sus territorios y rutas, es decir, armaron una guerra entre narcos. Escobar nunca logró llegar a un acuerdo con los otros grupos, lo querían fuera del negocio y de preferencia muerto.
Esta guerra entre carteles no tardó mucho en debilitar a Escobar, pero aún tuvo fuerza suficiente para negociar su entrega, su prisión y evitar ser extraditado. Desde su reclusión dirigió su organización, pero sus competidores se fortalecían y el se debilitaba hasta el punto en que el gobierno preparó un asalto a su fortaleza-prisión, con el pretexto de transferirlo a otra prisión, pero con el plan secreto de asesinarlo. Lo que finalmente ocurrió.
Así, el sistema se deshizo de un narcotraficante que perdió la perspectiva y salvaguardo el gran negocio de envilecer y esclavizar a millones de gringos haciéndolos adictos a la cocaína, una de las drogas más fuertes y adictivas.
Todo esto viene a cuento porque eso es precisamente lo que pasa en México. La guerra de Calderón contra el narco es en realidad la guerra de los poderes fácticos yanquis, dueños del negocio del narcotráfico, contra los jefes de las mafias mexicanas, porque estos, al igual que Escobar, perdieron la cordura y rompen las reglas del juego: son muy ostentosos, no son discretos (todo mundo los conoce), pretenden hacerse del poder político, controlan territorios sustituyendo al gobierno, crean ingobernabilidad y para colmo de males pretenden penetrar y controlar el mercado de drogas ilegales en EU, y eso es pecado mortal.
De manera que el propósito no es acabar con el narcotráfico sino eliminar a los cárteles actuales o a sus jefes (por eso prefieren matarlos que juzgarlos), para reemplazarlos por otros más moderados, discretos y sensatos, que entiendan y acepten el papel que se les asigna.
Sólo así se entiende por qué las bandas del narco mexicanas se la viven matándose unos a otros de manera irracional (asesinando decenas de adolescentes en fiestas y centros de rehabiitación), inconveniente para ellos e insensata. Están penetrados hasta la médula por agentes gringos que los inducen a pelear hasta aniquilarse, rompiendo la ley de perro no come perro.
Quienes ganan en todo esto son los dueños del negocio trasnacional del tráfico de drogas.
Solo restan dos comentarios finales.
Es alarmante que en toda esta masacre cotidiana, en la que han caído al menos 33 mil mexicanos en menos de cuatro años (en 12 años de guerra civil en El Salvador murieron alrededor de 75, 000 personas), en su totalidad pobres y casi todos jóvenes, las izquierdas mexicanas no tengan el tema de narcotráfico y la guerra como prioridades y que se limiten a criticar al gobierno por su estúpida estrategia, como si los capos de los carteles no tuvieran responsabilidad alguna, como si no usaran de manera cruel e inhumana como carne de cañón a nuestros jóvenes, a los que no damos ni escuela ni trabajo.
Nadie parece maliciar nada respecto a la fuerte campaña internacional en favor de la legalización de las drogas hoy prohibidas, en especial la marihuana. A nadie le llama la atención el repentino consenso en favor del consumo recreativo de drogas tan peligrosas y adictivas como la cocaína, bajo los argumentos de que la gente tiene derecho a retacarse lo que le venga en gana, sin importar las consecuencias que para la persona y su entorno tenga el consumo de drogas, y que así se reducirá la violencia asociada al trafico de drogas. Exagerando podríamos decir, entonces, que hay que legalizar la esclavitud y el tráfico de personas pues así se reducirá la violencia asociada a esas actividades.
Da la impresión de que se busca incluir entre los derechos humanos el derecho a las adicciones.
Tampoco nadie parece preguntarse quiénes saldrán beneficiados con la legalización y qué consecuencias sociales tendrán. Los primeros beneficiarios serán las personas que hoy son criminales y mañana serán honestos empresarios productores y vendedores de cocaína. Legalizar la cocaína es una forma de lavar de una vez y para siempre (y en consecuencia meterlos a la circulación normal y legal de la economía) los miles de millones dólares que han acumulado los carteles de la droga.
¿Estamos de acuerdo en que se permita a ciertos empresarios vender un producto que convertirá en esclavo al consumidor? No es admisible el cinismo de decir que ya se les permite a quienes hacen negocio con al tabaco y con el alcohol.
La mayoría de los accidentes automovilísticos se deben al consumo de alcohol. Millones de personas destruyen su vida por el alcoholismo, maltratan o descuidan a su familia por el alcohol. Millones de personas enferman por el consumo de tabaco. Los servicios de salud públicos gastan miles de millones de dólares en todos los países en tratamientos para remediar los daños a la salud producidos por el alcohol y el tabaco. Acaso ¿sería deseable agregar a este panorama los consumos masivos de cocaína y marihuana? No es creíble que cada quien sabe qué se mete o que cada quien tiene derecho a consumir lo que se le antoje. Es falso que la gente sepa qué se mete, si lo supiera no lo haría y no quedaría atrapada por la nicotina o por el alcohol o la cocaína o la heroína o la marihuana. No es un asunto de moderación, de autocontrol, ni de responsabilidad, el caso es que son sustancias adictivas y eso el consumidor no puede ni evitarlo ni controlarlo. En cada caso la intensidad del efecto y la rapidez con la que se cae en la adicción es variable, pero inevitablemente ocurre.
Perder el control sobre los propios actos, sobre la propia vida, perder la capacidad de decidir, quedar preso del consumo de ciertas sustancias, no es bajo ningún concepto una forma de ejercer la libertad como creen muchos rockeros trasnochados e ingenuotes y algunos izquierdistas cursis e ingenuotes.

* Exactivista en retiro ideológico, buscando la sanación de la República

Las alianzas perversas

Héctor Mora Zebadúa*

Cuando a principios de año escuché sobre una alianza entre el PAN y el PRD me sentí desconcertado, como todos lectores de periódicos y escuchadores noticias. ¿Cómo era posible? que el PRD y el PAN pudieran unirse, ¿para qué?, me pregunte; estos ¿qué se traen? Ante lo absurdo que parecía la propuesta especulé si ¿no sería que con ese propósito Calderón mandó imponer a Jesús Ortega en la presidencia del PRD? Me rehusé a creerlo por ser algo demasiado futurista e inteligente (aunque malévolo) para una persona que ha mostrado tan palmariamente sus limitaciones como Calderón.
Pasaron los días y gracias a los priístas comencé a entender qué sucedía. Los principales personeros del PRI salieron a hacer declaraciones histéricas y arrebatadas contra la alianza. Eso fue la clave: si al PRI la idea de la alianza lo ponía loco, fuera de sí, entonces la alianza no podía ser tan mala, pensé. Además, la alianza (de ser posible) sería el único obstáculo para el regreso del PRI a la presidencia.
Recordé que si Maquío hubiera declinado en favor de Cárdenas en 1988 habría sido imposible el fraude mediante el cual el priísmo impuso a Carlos Salinas en la presidencia. Porque hay que decirle a los jóvenes y a los desmemoriados que luego del fraude contra Cárdenas, un elemento central del debate, que no escandalizaba a las buenas conciencias, era la necesidad de lograr la unidad de todas las oposiciones contra el partido de Estado, para abrir paso a la democracia y la alternancia. Pero el PAN traicionó al pueblo y prefirió aliarse con el enemigo, el partido de Estado que en años recientes le había robado varias elecciones. La traición del PAN fue orquestada por el grupo de Luis H. Álvarez, en el cual un aperador destacado fue Diego Fernández de Ceballos. Convirtieron al PAN en una sucursal del PRI e impusieron a toda costa la derrota del PRD y la alianza con el PRI. Desde entonces el odio, justificado y comprensible, de las izquierdas al PAN fue creciendo y sustituyendo la discreta y pudorosa admiración que le profesaban por su lucha ciudadana y su resistencia pacífica (a veces no tanto) contra los fraudes electorales.
También hay que recordar que Calderón logró su candidatura a la presidencia venciendo al grupo salinista del PAN y al Yunke (representados por Fernández de Ceballos los primeros y por Manuel Espino los segundos), cuyo candidato era Santigo Creel. No olvidar que esas fuerzas abandonaros a Calderón a su suerte al inicio de la campaña, para cobijarlo posteriormente imponiendo condiciones y sólo porque de otro modo habría sido imposible evitar el triunfo electoral de López Obrador.
Tampoco hay que olvidar el virulento enfrentamiento que tuvo Calderón al final de 2009 con los grandes capitales del país, acusándolos ante la nación de no pagar impuestos. Los empresarios lanzaron a sus perros priístas a morder el cuello de Calderón en respuesta a la pretensión del enanín de hacerlos pagar impuestos, con el propósito de tener recursos para pagar la guerra contra el narco y hacer clientelismo.
Pero los empresarios estaban cansados: pagaron la campaña de linchamiento contra AMLO, avalaron el fraude y apoyaron el gobierno de Calderón, pero este salió muy incompetente y hasta los más ricos fueron victimas del crimen organizado, la economía del país paso de mal a peor y para colmo pretendía hacerlos pagar impuestos: ¡está pendejo!, dijeron a coro y lanzaron a los mercenarios de siempre a hacer lo que más les gusta, mover la colita a la vos del amo y morder a los enemigos del gran capital.
Poco después comenzó a hablarse de la alianza. Los priístas salieron a despotricar, directamente y a través de los merolicos de los noticieros, contra las alianzas perversas y pragmáticas (ellos, los campeones del pragmatismo más desvergonzado escupiendo al cielo). Acusaban que una alianza entre derecha e izquierda era antinatural, era como mezclar agua y aceite (que con el apropiado aditivo pueden mezclarse perfectamente y dan por resultado una emulsión, que suelen ser hermosas, útiles y hasta sabrosas). Tal alianza sería, gritaban, solo por buscar el poder (¿hay de otras?). Estaban tan descompuestos que hasta hablaron de traición al electorado, al país, a la historia, a los fundadores de los partidos embadurnados y hasta a ellos, a los priístas, que si de algo saben y han practicado con singular descaro es la traición.
Eso fue la prueba final, cuando hablaron de traición y el guaperrimo y hasta entonces inmaculado candidato, predeclarado vencedor por obra y gracia de Televisa, salió a decir que el gobierno panista y él, el gobernador del Estado de México, había firmado un acuerdo que prohibía a los panistas hacer alianzas que pusieran en peligro los triunfos priístas, a cambios de que los diputetes priístas aprobaran cuanta pendejada se le ocurriera a Calderón. Así de apanicado con la idea de una alianza de sus enemigos estaba el supuestamente invencible y todo poderoso PRI (¡ande cabrón, ya se vio dónde le duele, puñal!). Luego se aclaró que el firmante era el PAN y no el gobierno. Pero su presidente dijo que se rompía el acuerdo dada la fea actitud de los priístas en el Congreso de la Unión.
En un país democrático este escándalo habría derivado en grave crisis política, porque eso de negociar a futuro los votos para vetar a una fuerza política, es decir, a un sector de los electores, es algo más que simplemente bajo y sucio. Pero en México el asunto quedó en simple escándalo mediático, en chisme vulgar y tan tan.
Por fin se unirán las oposiciones para derrotar al verdadero enemigo del país, pensé. Lo malo es que estén a la cabeza Calderón por un lado y los chuchos por el otro, agregué muy agudo. Pero esto es lo que desde hace 20 años le hacía falta al país.
Luego del escándalo se habló más y más de la alianza, con la que para ese momento yo ya simpatizaba. Se dijo que eran contra el gobernador de Oaxaca, ¡excelente!, grite. Que también contra el asqueroso Mario Marín de Puebla, ¡Chingón!, exclame. Que lo mismo se aplicaría para el estado de Hidalgo. No pude más y cante ¡Albricias pastores! En Durango y Sinaloa la cosa era por el estilo. Si de derrotar al PRI se trataba me daba igual el candidato, porque qué puede ser más malo que Mario Marín o Ulises Ruiz o qué puede ser peor que el cacicazgo eterno y asesino del PRI en Hidalgo, etc.
Pero mientras yo era feliz, AMLO decía de la alianza casi lo mismo que los priístas y en plan de perdonavidas aceptó la antinatural alianza en Oaxaca.
No me extrañó la actitud de AMLO porque era lógica y previsible pues si las alianzas malvadas se llevaban a la práctica y tenían éxito en Oaxaca, Puebla, Hidalgo, Sinaloa y Durango, sería inevitable que se intentara repetir la receta en el Estado de México en 2011 y para la presidencia en 2012. Para este último caso, la única manera de que los perredistas aceptarán ir juntos con el PAN sería que el candidato no fuera un panista y menos uno radical, por lo que Espino y sus yunkistas quedarían descartados y lo mismo se aplicaría para los salinistas, foxistas (si los hubiera) y los calderonistas. Asimismo, para que los panistas aceptaran una alianza con el PRD el candidato no podría ser perredista y menos de los radicales, por lo que AMLO y todos los demás estaría descartados por definición.
En otras palabras, el éxito de la alianza PAN-PRD a nivel estatal haría ineludible la alianza por la presidencia y para ello deberían eliminarse los extremos de ambos partidos. Lo que haría posible un gobierno encabezado por un ciudadano o ciudadana independiente, pero acotado y protegido por los dos partidos. El programa de gobierno debería ser negociado y responder a intereses más amplios que los del PAN o que los del PRD. Lo cual, como les encanta decir a los compas de izquierda, no es garantía de nada. Pero cualquier otra cosa tampoco. Aquí el chiste es que se abren posibilidades.
Lamentablemente AMLO no acepta o no reconoce esta oportunidad y prefiere dejar la cancha a lo peor del PRD, los chuchos, que gozan el mayor de sus éxitos, pero solo por casualidad y porque sus rivales dejaron el partido.
Los resultados fueron contundentes, el PRI apenas se sostuvo, fraude mediante, en Hidalgo al enfrentar un PAN debilucho acompañado por un PRD pequeñin, pero que contaban con una candidata como mandada a hacer: mujer, indígena, empresaria, valiente, echada pa’delante, mal hablada e inteligente. En Puebla Mario Marín perdió y en Oaxaca Ulises Ruiz también. Con otro fraude el PRI agoniza en Durango.
La noche de las elecciones ratificó mis certezas y eliminó toda sombra de duda. Ver a todos los voceros de Salinas Pliego, de Azcárraga, de Vázquez Raña y demás fauna de esa calaña, echar espuma por la boca, hacer toda suerte de maromas discursivas, torcer la realidad y romperle la columna a la lógica, me hizo pensar: si esto pone tan mal a los dueños del dinero no puede ser malo, aunque los chuchos y Calderón estén ahí al asecho, tratando salvar sus inmundas saleas.
Sería de tontos no intentar repetir la receta contra el guapito canalla y en 2012. Pero los priístas y sus voceros en los medios no paran de descalificar y denostar una posible alianza; los salinistas del PAN hacen todo lo posible por recuperar el control del partido y evitar que los malditos ciudadanos se atrevan a dañar a su alma mater, el PRI. El yunke y Espino también andan tratando de volver a asaltar la dirección del PAN.
Por su parte, AMLO y su movimiento ya decretaron que el sólo hablar de alianzas e incluso pensar en ellas en la intimidad de baño o del propio cerebro es una traición de la más baja ralea, una herejía de las más peores. Pero no les incomoda, su relación con el PT (partido creado por el salinismo para quitar votos al PRD); tampoco les irrita haber entregado la Ciudad de México al exsalinista, Marcelo Ebrard, ni poner al mando del frente al exsalinista (nunca arrepentido) Manuel Camacho.
Así las cosas, la alianza tiene muchos enemigos, pero una gran amiga, la realidad, que como decía un viejo camarada, es más necia que nosotros.
Es necesario, urgente, para México deshacerse del PRI (eliminarlo como estructura político-delincuencial) porque nos mal gobernó durante 70 años, desarrolló e impuso una cultura política basada en el cinismo y la corrupción, destrozó y malbarató los recursos naturales del país, traicionó al pueblo y al proyecto emanado de la Revolución (plasmado en la Constitución del 17) en incontables ocasiones, privatizó servicios y empresas estratégicas y muchos, muchos etcéteras. Todo ello a cambio de estabilidad y paz social, que fueron más aparentes que reales y se construyeron sobre la base de la represión, la sobreexplotación de campesinos y obreros y la corrupción generalizada de la sociedad. Por ello, debería quedarnos claro a todos que en términos políticos el enemigo principal de los mexicanos y en especial de la clase trabajadora es el PRI.
Si es necesario aliarse incluso al PAN para desmantelar el poder priísta entidad por entidad e impedir su regreso a Los Pinos, hay que hacerlo.
Tenemos muchas razones para odiar al PAN y más para detestar y despreciar a Calderón, pero los panistas son sólo émulos de los priístas, sus gobiernos se han limitado a imitar al PRI, hacer lo mismo, continuar sus políticas. Las estructuras de poder, los poderes fácticos, el corporativismo (sindical y social), la descomposición de las instituciones, la ausencia de democracia en el país, la subordinación de los intereses nacionales a los de los empresarios y a los de la delincuencia organizada, siguen como bajo el priato. Las políticas económicas y sociales de los panistas son idénticas a las de sus antecesores.
Pero cuando las buenas conciencias se desgarran las vestiduras frente a la antinatural alianza entre PRD y PAN para derrotar al PRI, olvidan (seguramente por la pación que ofusca las mentes) hacer una análisis de los programas de los partidos y de las acciones de los gobiernos, para ubicarlos en la relativa y laxa geometría política. Poco o nada se discute sobre los actos y programas de los partidos. Es mentira que el PAN este a la derecha del PRI, que el PRD este a la izquierda y que el PRI sea el centro político. Esas son posiciones relativas que dependen de los programas de los partidos y de las políticas que desarrollan cuando son gobierno.
Por ello, hay que aclarar que es falso que el PAN este a la derecha del PRI, ni por sus actos ni por su programa. Desde hace casi 30 años hacen y dicen lo mismo. Los gobiernos panistas no han sido más derechistas que los priístas, salvo por temas más o menos secundarios como las minifaldas, el aborto, la homosexualidad, etc. Pero, por ejemplo, las reformas al IMSS, a la Ley del ISSSTE, el despido masivo de electricistas, eran planes de la gran burguesía que el PRI pospuso y le tocó concretar a los panistas.
El PAN hace y dice lo mismo que el PRI, pero no es lo mismo: su estructura y su presencia social son mucho menores. El corazón de la descomposición política se encuentra en el PRI. Eliminar al PAN no acaba con la rabia, pero desintegrar al PRI ayudará mucho más a sanar al país.
También es falso, con perdón de amigos y camaradas, que PRD este a la izquierda del PRI y del PAN, porque ha reducido el programa histórico de la izquierda a su mínima expresión. La justicia social y la eliminación o moderación de la explotación de los trabajadores se han olvidado por completo y su lugar lo toman los programas sociales de ayuda a los pobres, es decir, programas de limosna, de caridad. Y esta, aunque duela, es una de las más destacadas políticas neoliberales.
Aclaremos, no esta mal que la gente más necesitada reciba ayuda. Lo que esta muy mal es que a eso se limite la acción y el programa de un partido de izquierda. Explicaciones y pretextos hay muchos, pero el hecho es que la diferencia entre PRI, PAN y PRD, en términos de programa y de políticas de gobierno, se queda en el nombre de los programas para la limosna, en el presupuesto destinado a ellos y en a quienes se beneficia.
A la hora del debate político el PRD culpa de la pobreza al modelo neoliberal, el PRI a la ineficiencia del gobierno y el PAN dice lo mismo que decía el PRI cuando tenía el gobierno federal: que la pobreza es un mal inevitable, mundial y responsabilidad de la economía mundial, pero que gracias a ellos cada día es menor.
Así pues, una alianza entre PRD y PAN no es una alianza entre socialistas y democratacristianos, es un acuerdo electoral entre dos estructuras que representan matices (significativos) en un mundo hegemonizado por el ideario empresarial. Por lo que no hay por qué tirarse al piso. Pero si la separación ideológica y política fuera abismal, tampoco habría que desdeñar la posibilidad derrotar al cáncer priísta y de paso reducir la polarización política de nuestro país. Una alianza entre PAN y PRD obligaría a sus simpatizantes a ser tolerantes y a buscar puntos de acuerdo y contribuiría reducir la tensión social, para resolver los problemas.

* Sindicalista. Profesor en el CCH Vallejo.

jueves, 13 de enero de 2011

ESTADOS UNIDOS: CRISIS, ESTANCAMIENTO Y CAPITAL FINANCIERO

Víctor H. Palacio Muñoz*

Producto interno bruto e inversión
El comportamiento de la economía de los Estados Unidos de América (EUA) es notoriamente delicado: la tasa media de crecimiento trimestral (TMCT) del PIB entre el primer trimestre de 2006 (cuando inicia la declinación económica) y el segundo de 2010 fue de -0.2%; y la TMCT a partir de la constatación de la crisis (primer trimestre de 2008) al primer semestre de 2010 llegó a -0.4% (BEA, 2010). Esto es, la economía norteamericana lleva cuatro años debatiéndose entre la crisis y el estancamiento económico.
La acumulación de capital está permanentemente en números rojos a partir del 2006, llegando al -35.4% en el primer trimestre de 2009. Esto dio como resultado una TMCT de -3.9% de 2006 al segundo trimestre de 2010; y una tasa trimestral promedio de -7.1% en los años de crisis de 2008 hasta 2010.
La situación evidencia que la economía de EUA está lejos de la recuperación y su tendencia clara es hacia la crisis y, en el mejor de los casos, hacia el estancamiento.
Para que la inversión pueda llevarse a cabo se requiere de diversas fuentes de financiamiento. En el caso de la economía de EUA es importante resaltar que el origen del capital tiene cinco fuentes principales: la reinversión, los préstamos, el ahorro de los capitalistas, el ahorro gubernamental y el ahorro de la población.
El ahorro privado neto llega al 26% en 2010, siendo la segunda fuente de financiamiento la reinversión de capitales o ganancias no distribuidas que se mantiene fluctuando entre un 35% y 42%, el ahorro personal anda del 20 al 29%, el ahorro del gobierno no es significativo; en cambio, el de hogares e instituciones se vuelve fundamental ya que anda en el orden del 40%. Es decir, las empresas se financian en menos del 50% con recursos propios y lo demás es transferido por la población y algunas instituciones privadas y sociales.
Finalmente, para que el proceso de acumulación pueda concretarse, se requiere una tasa de acumulación que permita generar los satisfactores que la sociedad demanda. En los EUA esta tasa ha sido muy baja: en 2006 llegaba a casi el 18% (inversión dividida entre el PIB); en el cuarto trimestre de 2008 estuvo en 13.4%; teniendo su momento más bajo hacia junio de 2009 con 11%; en el segundo trimestre de 2010 se encuentra en 12.7%, un punto por arriba de principios de 2009. Esto es, se presenta un estancamiento en la inversión, lo cual ha aletargado la recuperación del país vecino.

Ganancias empresariales
Los capitalistas, productivos o improductivos, especuladores o no especuladores, ellos trabajan por conservar un alto nivel en sus ganancias. La masa de ganancia generada en empresas no financieras y en empresas financieras indica que en 2009 las empresas no financieras cayeron 2.7%, en tanto las financieras crecieron 18.7%; para 2010 las tasas de crecimiento fueron 31.4% y 34.9%, respectivamente. Es interesante este punto ya que indica que si la crisis fue financiera, las primeras empresas en iniciar un proceso de recuperación fueron las que trabajan en este sector, ellas son las que crecen más aprisa que las empresas productivas.

Productividad, costos en la fuerza de trabajo y desempleo
Lo que hace posible que las ganancias crezcan más rápido que los salarios es la diferencia existente entre la productividad por trabajador y el costo unitario de la mano de obra. El índice de costos unitarios de la mano de obra tiene una tendencia decreciente, creció 3% en 2006 y anda en -1% en 2010, en tanto que la productividad por trabajador va creciendo de 4 a 10% en los mismos años. Los costos de la crisis recaen sobre la clase trabajadora: se invierte menos en ella, sus aumentos salariales son exiguos, pero aumenta su productividad. La tasa de desempleo que ya está rondando el 10% evidencia también quiénes son los paganos de esta crisis.

La tasa de interés
Si se relacionan los intereses pagados por las empresas no financieras con las ganancias obtenidas después del pago de impuestos de estas mismas empresas, se obtiene la proporción de los intereses en las ganancias y, por ende, la cantidad que se lleva el capital financiero de las empresas productivas. Así, en 2005 los intereses pagados constituían el 28.2% de las ganancias; en 2006, 26.6%; en 2007, el 41.6%; para 2008, 51.1%; hacia 2009, 54.3% (BEA y ERP, 2010). Esto es, de las ganancias generadas (después del pago de impuestos), las empresas no financieras han pagado de intereses al capital financiero más del 50%.

El papel del capital de préstamo
Veamos la importancia del capital de préstamo en la sociedad estadounidense y cuál es el papel que representan en el total del PIB. Después de llegar a niveles del 30% como porcentaje del PIB antes de la crisis, el capital de préstamo cayó al -4% en 2009 y cerca de -1% en 2010 (FRS, 2010).
Repárese en el comportamiento del capital de préstamo por sectores. Aquí resulta evidente que las empresas financieras son las que más acuden a los préstamos (más del 30% del total), seguidas de los hogares (20%) y de las empresas productivas (25%). Esto es importante porque pone de relieve al sector del capital hegemónico de la economía norteamericana, el capital financiero.

La cuestión del endeudamiento
La economía de EUA ha tenido como un propulsor importante a la deuda pública. Es tan relevante su presencia que significa varias veces el PIB de ese país. La deuda pública y privada representó 3.26 veces del PIB en 2005, 3.64 en 2008, para ubicarse en 5.04 veces en el primer trimestre de 2010 (dato anualizado).
Puede decirse que la deuda pública, por sí misma, no significa un problema acuciante, la dificultad estriba cuando se precisa hacia dónde se dirige esa deuda, cómo es aplicada y cuáles son los sectores económicos beneficiados de la misma. Es muy importante esclarecer que antes de la crisis, durante ella y en estos momentos, dos han sido las secciones hacia donde se ha orientado la deuda: las empresas financieras y los hogares. Pese al fenómeno de las hipotecas subprime, la población norteamericana ha continuado con una tendencia permanente al endeudamiento. Así, los hogares del vecino país tienen una participación en el total de la deuda en un porcentaje que varía del 25% al 47%; en tanto que las empresas financieras acuden a la deuda entre un 20% y un 32% (FRS, 2010).

Capital de préstamo y productivo
El capital de préstamo es superior al capital productivo (en 2006 el primero equivalía al 30% del PIB, en tanto que el productivo significaba 18%); pero en 2010 el capital de préstamo quedó casi en cero por ciento y el productivo en alrededor del 12%, como efecto de la crisis. Si se quiere ser más claro, obsérvese el camino seguido por la economía productiva, en este caso representada por el conjunto del PIB, y el índice del Dow Jones: el PIB crecía entre 5 y 6% en 2006, misma tasa que el índice del Dow Jones; para llegar a un crecimiento cercano al 3% en 2010 para el PIB y 8% para el Dow Jones.

Finanzas públicas y déficit gubernamental
Es importante darse cuenta del peso de las finanzas gubernamentales en la economía norteamericana, toda vez que conjuntamente con ella se encuentra el déficit del gobierno, el cual ejerce presión sobre las tasas de interés.
El gasto del gobierno representó 36% del PIB en 2006, subiendo a 41.6% en lo que va de 2010 (OCDE, 2010). Por su parte, los ingresos gubernamentales tenían un nivel de 33.8% del PIB en el primer año, pasando a 30.9% en 2010 (ibid.). O sea, la injerencia del Estado en la economía de los EUA, dogmas teóricos al margen, es significativa. Pero no sólo eso, también debe destacarse que el gasto público, en épocas de crisis sigue siendo importante ya que es uno de los recursos que permiten a los gobiernos paliar un poco los efectos de la crisis.
Ahora bien, el balance financiero gubernamental pasó de un déficit del -2.2% del PIB en 2006, a un alarmante -10.7% en 2010 (ibid.). Esto embona a la perfección con la situación de crisis por la que atraviesa la economía de ese país, en donde es evidente que el gasto está creciendo más rápido que los ingresos y esto deviene en déficit. Un déficit de casi 11% del PIB profundiza el nivel de la deuda pública de ese país. De esta manera, tenemos que los pasivos financieros del gobierno eran del orden de 61.9% del PIB en 2006, para quedar en 89.6% en lo que va de 2010 (ibid.). Esta deuda obliga a que el gobierno pague por concepto de intereses el equivalente al 1.8% del PIB en 2006, y 1.9% en 2010 (ibid.).
Estados Unidos atraviesa por una crisis de gran envergadura que abarca tanto la economía productiva como las finanzas del gobierno. El hecho de que la administración de Obama deba casi 90 centavos de lo que genera en su PIB, habla de una situación de insolvencia económica seria, sobre todo si se recuerda que las actividades prioritarias en la economía norteamericana no son productivas y que la especulación ocupa un papel preponderante.
Dice Hansen que si los gastos públicos, además de ser creadores de utilidad, eficacia productiva e ingresos, pueden dar empleo y generar ingresos (Hansen, 1973), entonces el nivel de vida de la población puede mejorar. Sin embargo, lo que se advierte en la estructura pública del gasto es que las dos terceras partes se dedican a la función de recursos humanos (educación, formación, empleo, servicios sociales, salud, seguridad social y pago a veteranos de guerra); un 17% a defensa; 4% a recursos físicos (energía, recursos naturales y medio ambiente, créditos a vivienda, transporte, comunidad y desarrollo regional); alrededor del 10% al pago de intereses sobre la deuda; y un 4% a otras funciones (asuntos internacionales, ciencia y tecnología, investigación espacial, agricultura y administración pública) (usgovernment, 2010).
Esto habla de una organización del gasto que redistribuye el ingreso, desembolsa cantidades importantes en “defenderse”, eroga para el pago de intereses y dedica poco recurso a actividades productivas.

El sector externo
Estados Unidos se ha vuelto un país importador, dependiente de lo que sus socios comerciales le vendan. Esta es una tendencia que se ha venido acrecentando con el paso de los años. El saldo de la balanza comercial de EUA es deficitario, llegando a poco más de 200 mil millones de dólares (MMD) en 2006, para pasar a poco más de 100 MMD en 2010. Ante una situación de esta naturaleza, la opción por la Inversión Extranjera Directa (IED) en los Estados Unidos se ve como posibilidad para paliar de alguna manera la insuficiencia de capitales al interior de ese país. EUA se ha convertido en un importador neto de capitales; ha devenido en receptor de capitales que se dirigen tanto a la esfera productiva como a la especulación (inversión en cartera). Asimismo, este crecimiento de la IED ha convertido a EUA en un país dependiente financieramente del resto del mundo.
Por último, EUA se ha convertido en un país que transfiere cantidades importantes al resto del mundo. En lo que va del 2010, se han mandado casi 120 billones de dólares al exterior por concepto de transferencias (FRS, 2010).

BIBLIOGRAFÍA
1. BEA, www.bea.gov, consultado en septiembre de 2010.
2. Economic Report of the President, Washington, febrero de 2010.
3. FRS, www.federalreserve.gov, consultado en octubre de 2010.
4. Hansen, Alan, Política fiscal y ciclo económico, ed. FCE, México, 1973.
5. OCDE, www.oecd.org consultado en septiembre de 2010.
6. usgovernment, página electrónica, consultada en septiembre de 2010.

* Profesor-investigador del CIESTAAM de la Universidad Autónoma Chapingo. Investigador nacional.

Mi amigo el Sol Negro

Héctor Mora Zebadúa*

Corría el año de 1987 cuando mi jefe político y amigo Guillermo González Guardado, me llevó a conocer a El Sol Negro, apodo irreverente con el que compañeros de mi organización (la ULR) se referían a Antonio Martínez, pero que a la vez lo reconocía como uno de los principales líderes del maoísmo mexicano, aun a disgusto de muchos de sus compañeros de credo.
Para mí fue todo un evento porque fui a conocer a uno de principales jefes (muchos años después algunos compañeros me dijeron que era el principal) del Movimiento Revolucionario del Pueblo (MRP), organización considerada por nosotros como aliada muy próxima. Fue algo parecido a lo que sentí cuando supe quién era Guillermo González Guardado o cuando conocí a Raúl Álvarez Garín o cuando entreviste a Valentín Campa… fue conocer uno más de los héroes contemporáneos de la lucha revolucionaria… Así lo sentí. ‘taba emocionao.
La visita tenía como propósito que el Sol Negro le dijera a los cuadros del MRP en el Politécnico que no fueran sectarios y que se atrevieran a hablar abierta y sinceramente con nosotros. El Toño, cual era su costumbre, se portó distante y engreído, cosa que negó rotundamente años después cuando le reclame su proceder, y que en aquel entonces casi ni note y no me importó porque estaba conociendo a un tipo realmente importante en el mundo subterraneo de quienes habríamos de hacer la revolución. Además, la leyenda (ya entonces era una leyenda) decía que había sido uno de los líderes no visibles en 1968.
Años después, por ahí del 92 volví a encontrarlo en el PRD, en el Consejo Estatal. Era parte de una alianza con gente poco recomendable, por decir lo menos (esto sí lo aceptaba y le daba un poquitín de vergüenza). Otra vez teníamos compañeros de lucha en común, pues yo militaba sindicalmente en la Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación (CNTE) y él conservaba algo así como amistad con luchadores tan reputados e importantes en la CNTE como el profesor Amador Velasco Tobón, toda una institución en la Coordinadora, en particular en la Sección X del SNTE. Luego nos encontramos y trabajamos juntos en la comisión sindical del PRD, que coordinaba Álvarez Garín.
En 1994 nos encontramos en la Convención Nacional Democrática convocada por el EZLN. Para 1996 nos volvimos a encontrar en una coordinación del movimiento que era lo que quedaba de la Convención. Aquello era aburrido y frustrante, pues había que aguantar el ego de varios personajes que se creían ilustres. Hasta que la noche de un lunes, al salir de una de esas infames reuniones el Toño nos propuso a Sergio Alcantara y a mí que fuéramos a la cantina a grillar y a echarnos un par. Como soy de buena educación jamás le hago el feo a un par de rones. Ahí nos propuso integrarnos a un nuevo proyecto sindical ideado a partir del pensamiento marxista, cosa que me pareció apetecible. Había dos plus, la propia participación de él, el Sol Negro y la de Raúl Álvarez Garín, de manera que bastaron solo otro par de rones para que me diera por reclutado, sin conocer los documentos básicos… el movimiento fuera del PRD estaba de güeva, el PRD ya apuntaba a lo que es hoy, mi jefe y amigo el Willy González había muerto un año antes y mi vida personal era un infierno, me urgía un cambio. Pero, además, me hacían la deferencia de invitarme al club de la elite sindicalista revolucionaria nada menos que Raúl Álvarez (que la abandono aburrido y agüevonado bastante rápido, pero eso, por supuesto, yo no lo sabía) y el Sol Negro, no podía rechazar la propuesta. Así los últimos días de abril de 1997, luego de dos o tres largas reuniones preparatorias, asistí a la fundación de la Organización Revolucionaria del Trabajo (ORT).
A partir de ahí fuimos tejiendo una fina red de coincidencias, callamos discretamente las diferencias y forjamos a golpes de ron y tabaco una buena amistad el Toño y yo.
Fuimos cómplices decenas de veces en grillas e iniciativas. Durante una década cualquier pretexto nos funcionaba para ir por un par de pares. Al principio la banda era más numerosa: el Rojas, el Vázquez, el Rodrigo y algún otro borrachín ocasional. Pero siempre y todo el tiempo estábamos grillando, poniéndonos de acuerdo en qué y cómo lo haríamos. Y funcionaba. Por ello y por nuestras vocaciones alcohólicas aquello se convirtió en una costumbre. Hasta que Rojas decidió abrir el trabajo sindical en su organización y fusionarse con sindicalistas que arrastraban (tenían aclienteladas) masas. Hasta que a Rodrigo su partido le prohibió nuestra etílica amistad. Y hasta que Vázquez logró ser representante en el SME.
Cabe aclarar que ninguno dejó de ser borrachín, nomás se disperso el club. Sólo el Toño y yo seguimos al pie del cañón. Con el tiempo logramos reclutar a Pedro Martínez y al Pato José Luis Govea.
Compartíamos alcoholes, soledades, frustraciones, pero sobre todo sueños. Un optimismo casi patológico que ayuda a resistir la realidad y permite impulsarnos a un nuevo proyecto. Por ejemplo, de la ORT salió la iniciativa de la Asamblea Nacional de los Trabajadores (ANT). Nos convertimos, sin quererlo (contra nuestra voluntad) en la ANT, luego en La Esperanza se Respeta en el 2006 y en el 2009 en el MRP (reprise). Estuvimos en la Promotora, en las Caravanas, en el Frentote y en el Dialogo Nacional, como muchos otros necios y optimistas patológicos. El Toño tejía redes y promovía propuestas que daba terror y envidia a quienes no eran de su grupo, porque nosotros disfrutábamos de esas cualidades.
Jamás lo cohibía estar en minoría y nuca dudaba en hacer una propuesta y defender su punto de vista. Era obstinado, como todo buen militante de izquierda, pero sabía escuchar y promovía de manera consecuente los acuerdos del grupo, sin importar de quien fuera la idea.
Fuimos cómplices y compañeros, pero sobre todo amigos, al grado de que pese a que las diferencias entre nosotros fueron creciendo las ocultamos lo mejor posible, las dejamos de lado y optamos por no discutirlas, cosa rara entre grillos y soñadores izquierdosos.
El re-Toño tenía sus sorpresas. Con frecuencia la gente creía que era insensible y conchudo; en realidad era aprensivo y preocupón, pero se callaba las angustias. Le encantaba leer, sobre todo poesía. Conocía mucha literatura, en especial poesía. Una buena temporada le dio por escribir cuentos, publicarlos y darlos a leer a los amigos, con o sin pretexto. A escondidas escribía poesía. Fue muy aficionado al cine y buen reseñador de películas y novelas.
Otros aspectos poco conocidos son que de joven fue miembro del grupo de baile folklórico de la Normal y que estudió dos carreras: maestro y economista.
Además, para sorpresa de muchos, que lo veían toda la vida en la grilla, nunca fue profesional de la política. Toda su vida trabajó como asalariado, fue profesor en la SEP y en el CCH Oriente, siempre se ganó su pan y su par, nunca medró con la necesidad de la gente, no vivió de hacer clientelas, de hacer gestoría o de explotar la necesidad del pueblo.
Para terminar, había en su personalidad una paradoja: era un presumido muy modesto. En todos los años y litros que lo traté nunca me presumió sus méritos y glorias políticas personales. De eso me enteré por otras vías o preguntando y sacándole respuestas con tirabuzón. Presumía de su organización del pasado, pero nunca de su papel en ella, sólo que fue uno de los fundadores y nada más. Reconocía los errores de la izquierda, pero en su versión, el MRP no se equivocó.

CADA QUIEN SU ANTONIO

José Luís Govea
Va por Antonio

A tu escuela llegue sin comprender porque llegaba, en tus salones encuentro mil caminos y encrucijadas, y aprendo mucho y no aprendo nada. Maestra vida, camarada te da, te quita, te quita y te da…
Hacía mucho tiempo que no teníamos cielo azul en el distrito federal y de las estrellas ni hablar rara vez se puede localizar alguna ―A diferencia de mi pueblo. ―¿De dónde eres? ―De Huajuapan de León y jamás olvido ese cielo tan claro y lleno de estrellas, que parece que sólo con trepar a un árbol puedes tocarlas, en comparación con la montaña la naturaleza poco a poco nos va negando el esplendor de su belleza ―Ha de ser porque nos hemos encargado de convertir en verdaderos muladares a estas ciudades. Para completar el tétrico cuadro se levantan enormes monumentos de cemento, arena, grava y varilla por todos lados. ―Esto lo van haciendo sólo para beneficio del capital inmobiliario, de la industria automovilística y los emporios comerciales. ―¿Crees que con un paro se puede detener la agresividad de estos cabrones? ―No, pero con eso vamos calentando motores, hasta llegar a la huelga general y así nos vamos hasta donde tope. Una chispa puede incendiar la pradera, por eso les digo no le echen agua: ¡déjenla que prenda! ―Oye, Toño ¿Cuánto tiempo llevas en la grilla? ―Cerca de 40 años o más, me reclutaron muy joven los de la liga comunista Espartaco y pronto me traslade a Monterrey para hacer trabajo con los obreros. Haya conozco a Edelmiro Maldonado, quien me da chance de vivir en su casa y de entrada me dice que estoy pendejo para hacer trabajo político con la clase obrera. Me pregunta que si conozco la Ley Federal de Trabajo, los derechos de los trabajadores y que si yo he sido obrero alguna vez. En fin, concluye que estoy muy verde. Pese a ello me da la confianza y sometiéndome a un curso de capacitación teórico practico, en chinga me presenta con compañeros ferrocarrileros y me dice: si te sabes ganar la confianza de los trabajadores ya la hiciste, sino mejor dedícate a otra cosa. De algún modo me adaptó y casi sin darme cuenta ya estoy en los talleres y comiendo en el mismo comedor con los trabajadores de a de veras. Comienzo a formar círculos de estudio y a hacer amigos entre los trabajadores, ahí la llevaba. ―¿Por qué no te quedaste en Monterrey? ―Porque me llaman con urgencia avisándome que mi mujer está muy grave, como se pudo conseguí dinero para el pasaje y me regreso para el distrito federal. El problema es que cuando llego ya habían sepultado a mi esposa.
Ya estando en el DF, me di una vuela a la escuela y descubro que aparezco en las listas para presentar exámenes. ―¿Qué no sabías que había que presentarlos? ―No, de la escuela salgo prácticamente huyendo. Después del fuerte movimiento que generamos en la Nacional de Maestros, nos hostigaron tanto que lo menos que esperábamos era que estuviéramos expulsados. Sin embargo, al volver y constatar que podía presentar los exámenes finales me avoco a terminar la carrera de maestro.
Al miso tiempo en la liga comunista Espartaco, había un desmadre, peleados todos contra todos, unos nos decían una cosa de estos, estos nos decían una cosa de aquellos, que no había ni para donde hacerse. Junto con otros compañeros decidimos mejor formar nuestro propio grupo, dado que entendimos que la liga prácticamente estaba por desaparecer. Valoramos la influencia que teníamos en algunas escuelas y optamos por aplicar la línea de masas. Con esto buscamos romper con las prácticas de los comunistas de café. En esta etapa el autogobierno en arquitectura se vincula con las colonias populares, logrando en estas una gran incidencia y un rápido crecimiento de nuestro grupo.
―Oye, ¿Cómo le hiciste para estudiar, trabajar y levantar la organización? ―Pues metiéndole de lleno a todo, a demás la mayoría de nuestro grupo hacía trabajo de masas y con los contactos que teníamos en diferentes facultades y escuelas en el sector estudiantil encontramos un buen caldo de cultivo, para el implemento de nuestra política. ―Con razón no te supe padroteando al movimiento o de burócrata, aunque en eso de la padroteada, me imagino que te hubiese encantado ser el favorito en la casa de citas de Madame Calalú y no creo que como simple cliente, sino como verdadero califa. ―En ese aspecto no me puedo quejar, pues casi siempre he sido bien tratado por las mujeres, pero no en el término que tu lo dices y menos pidiéndoles dinero, buscando justificarme cómo otros, con las tareas de la revolución, pero esa es otra cosa muy aparte.
―Oye Antonio, pero ¿Qué sigue para adelante, porque todo esto esta bien canijo, como la estás viendo qué hay que hacer? ―Ah…, pues hay que unificar a los marxistas que quieran unirse para la revolución, poniendo en el centro nuestras coincidencias y dejando nuestras diferencias para otra etapa. Tenemos que reconocer todas las formas de lucha como validas y conformar una columna vertebral (es decir un partido de cuadros), que pueda conducir con acierto todo el descontento social que se esta presentando en nuestro país. Con este instrumento estaremos en condiciones de aplicar una línea política común, independientemente de la trinchera donde nos estemos desempeñando. Sólo de esta forma podremos rebasar el inmediatismo y la gran dispersión que tenemos. ―Es de celebrarse que nunca le haces el feo a un buen trago de ron y a una buena esperanza. Aunque hay que trabajarle mucho para concretar esas justas y necesarias aspiraciones…
Arturo Delgado, Director del CCH Oriente, te equipara con Demetrio Vallejo, con Valentín Campa, con Othón Salazar, por los atinados aportes que le hiciste a la lucha sindical y al movimiento revolucionara en su conjunto. De igual forma Félix Mejía, activista de la CUT, te recuerda cómo el maestro que influyó determinantemente para que él se hiciera una persona crítica y pensante. Seguramente habrá otros tantos de tus alumnos y otros tantos más de tus compañeros, que saben perfectamente lo que les sembraste en la testa.
No era mucho pedir sólo tres años. Pero la parca caprichosa y descortés decide acelerar la cuenta regresiva y te cambia el 20 por el 4, el 5 por el 7 y el 13 por el 10.
Una vez más, ¡Hasta siempre estimadísimo camarada, Antonio Martínez Torres! Descansa en paz.

* Dirigente del Congreso Popular por la Ciudad