viernes, 14 de octubre de 2011

El póker del 2012 y el camión de la izquierda

Héctor Mora Zebadúa*

El PRI logró imponer sobre la mayoría de la gente su idea, sus planes para el 2012. Todo mundo le compró el boleto de que las elecciones del estado de México en 2011 eran el laboratorio para el 2012. Según esto, lo que sucediera en el Edo. Méx. ocurrirá en las elecciones presidenciales. AMLO rechazó los coqueteos de Calderón y se opuso a la alianza PRD-PAN. El PRI tuvo pánico, pero al final la alianza no se dio y en lugar de potenciarse mucho o poco la votación de las oposiciones en el Edo. Méx. Sus votaciones se achicaron por la percepción de los electores de que no habría competencia, pues el triunfo era del PRI. Por enésima ocasión el PRI ganó una elección convenciendo a la gente de que iba a ganar.

Desde la noche misma de la elección del Estado de México, al difundirse los resultados, el PRI y sus voceros no paran de insistir en que el resultado de esa elección representa la correlación de fuerzas políticas a nivel nacional y que el resultado se repetirá; como quedaron las cosas en el Estado de México quedarán en 2012 y eso no tiene cambios posibles, sobre todo, dicen esos agoreros del mal, porque quedó claro que ni aliados el PAN y el PRD podrían vencer al PRI, lo cual no es más que una mal intencionada especulación.

Como si se tratara de una partida de póker, los medios de comunicación comerciales que apoyan al PRI, sus supuestos analistas y los mismos canallas del PRI, describen la situación electoral de nuestro país, en camino al 2012, como si Peña Nieto tuviera sobre la mesa una tercia y espera dos cartas, que son, nos aseguran, otra carta igual a su tercia y un comodín. Que AMLO tiene sólo un par, una carta suelta y espera dos cartas y el PAN no tiene ni un par. Así las cosas en la mesa de juego, todo parece indicar que ganará la partida Peña Nieto.

Cuando se analiza la situación con simpatizantes de AMLO bien informados y relativamente cercanos al futuro candidato, en privado admiten que la situación está muy difícil, porque el PRI se ve muy fuerte, que viene con todo y mucha gente lo apoyará, y MORENA no representa una fuerza suficiente para ganar y todavía tiene muchas deficiencias organizativas. Además no es gobernador y la campaña en su contra ha sido muy intensa.

Al tratar el mismo tema con compañeros que reivindican una posición más radical o socialista, pero que no simpatizan con AMLO, de plano dicen: hay que prepararnos para un sexenio de priísmo.

Ambas posiciones coinciden en un dato, con diferencias de matiz, la derrota electoral es inminente o muy probable. Parece que las izquierdas mexicanas están resignadas a cumplir el negro destino que ha inventado para el país el priísmo y sus publicistas. Es como si las izquierdas fuera en un camión en una pendiente hacia una curva bajo la cual hay un profundo barranco, que representaría el proceso electoral de 2012 en las circunstancias actuales. Pero nadie quiere mover el volante porque sería política e ideológicamente inaceptable, nadie esta dispuesto a pisar el freno, porque no hay de otra, hay que seguir adelante y nadie salta del camión porque sería cobarde… en fin, a nadie se le ocurre una alternativa para no ir al precipicio que significaría una elección amañada a favor del PRI y un triunfo y gobierno del PRI… se acepta como una fatalidad inevitable, como la muerte en fase terminal o minutos antes de ser fusilado, ir al precipicio e ir a la elección y perder o no poder impedir o remontar el fraude, que para fines prácticos es lo mismo.

El ánimo conservador y la confusión de las izquierdas llegan al grado de que fue casi un consenso universal el rechazo a la alianza con el PAN, pues era mejor perder con dignidad e identidad que ganarle al PRI aliados con la podredumbre panista…

Volviendo a la metáfora de la partida de póker. De continuar las cosas como están ganará el que tenga el mejor juego, una posibilidad que parece poco probable es que las dos cartas que le faltan a Andrés Manuel sean iguales a su par y así obtenga póker y gane la partida, es decir, que su campaña crezca tanto que opaque a Peña Nieto y supere las maniobras desleales de los medios de comunicación comerciales y el fraude que el PRI hará (el PRI siempre hace fraude en las elecciones, incluido, por supuesto, el Estado de México).

AMLO será candidato, sin importar lo que haga o diga Marcelo Ebrard, que al aparecer apoyado por los chuchos se convierte en automático en enemigo de casi todo el sector que dice desea representar: las izquierdas.

Andrés Manuel propone hacer una consulta, o sea, preguntar a los ciudadanos quién debe ser el candidato de las izquierdas, pero por ser consulta, conservar un amplio margen para que la decisión sea tomada por él mismo.

Por su parte Marcelo Ebrard, que insiste en conservar el calificativo de izquierdista que le endilgo AMLO para hacerlo Jefe de Gobierno del DF, propone que el candidato sea quién tenga el primer lugar en las preferencias de los electores participantes en una o varias encuestas.

Entiendo que el temor o suspicacia de AMLO y sus seguidores es que los chuchos, Marcelo, el PRIAN, las encuestadoras, la mafia de poder, la oligarquía y/o los poderes fácticos intervengan de alguna manera para torcer la voluntad ciudadana y dar como ganador a Marcelo Ebrard.

Lo que no entiendo es cómo se supone que AMLO le ganará a Peña Nieto en la elección constitucional y no es posible vencer a Ebrard en una elección preliminar o una consulta o una encuesta. En mi opinión Marcelo Ebrard carece de imán y popularidad, lo conoce poca gente a nivel nacional. En una encuesta entre votantes de izquierda o totalmente abierta Ebrard no tiene nada que hacer frente a la popularidad de López Obrador, en una consulta o elección interna tampoco podría ganarle a AMLO, ni con el aparato fraudulento de los chuchos y los amalios apoyándolo.

No agotar ese proceso y que AMLO se autoproclame candidato permitiría a los chuchos a Ebrard a los medios comerciales y etcéteras tener otro argumento para seguir atacando sin piedad a AMLO y postular un candidato que divida el voto de izquierda, tal y como lo hizo en 1994 y en 2000 el PT.

Una posible alternativa es que otro jugador pida cartas, pero la ley lo impide tiene que haber una reforma que permita la participación de otro jugador, esto es, que se permitan las candidaturas independientes (sin partido). La participación de otro jugador podría mover el escenario, cambiaría las probabilidades para todos. En este caso la candidatura independiente podría, quizás, concitar tanto apoyo ciudadano que obligara a los candidatos de la derecha y de las izquierdas a declinar a favor del candidato ciudadano, con tal de evitar el regreso del nefasto PRI a la presidencia. Esta posibilidad era improbable, pero el peligro era tan real que el PRI y los otros partidos no aprobaron la reforma política.

Desde la perspectiva de la oposición de izquierda esa reforma era inadmisible porque incluía (incluye) entre otras maldades la reelección de diputados, pero para otros sectores lo rescatable de esa propuesta de reforma eran las candidaturas independientes y mover el escenario para el 2012, que ciertos intereses nos presentan como fijo, sin posibilidades de cambio.

La izquierda de la iglesia católica, que apoya al movimiento por paz con justicia y dignidad, que encabeza el poeta Javier Sicilia, insistía junto con él y a través de él, en exigir esa reforma para poder promover una candidatura independiente que moviera el escenario y posibilitará forzar a las derechas y las izquierdas a hacer una alianza que impida el triunfo fraudulento del PRI. En otras palabras la iglesia católica o un sector de ella intentó (intenta) promover un candidato ciudadano y laico medio de izquierda para evitar el triunfo del PRI. En el año 2000, la misma institución promovió el voto útil que contribuyó al triunfo de Vicente Fox para sacar al PRI de Los Pinos, lo malo es que Fox salió más estúpido de lo esperado y con el PAN el remedio salió casi tan malo como la enfermedad.

El voto útil, fue útil o contribuyó a sacar al PRI del gobierno federal, pero no sirvió para democratizar el país, ni para eliminar al PRI y sí para encumbrar a unos improvisados y corruptos arribistas carentes de cualquier tipo de freno ético.

Los resultados son cuestionables y muy incierto (riesgoso) lo que podría ocurrir si llegará al gobierno un candidato ciudadano. Pero cuando menos la iglesia (su sector de tendencia izquierdista) se propone cambiar el escenario, intenta cambiar las cosas. Las otras izquierdas van camino al barranco de la derrota sin intentar cambiar la situación (mover la dirección, frenar, saltar del camión o todo junto).

Las últimas opciones, creo, serían que alguien llegue a hacer tal desorden que las cartas vuelvan a repartirse y las posibilidades de todos los participantes cambien radicalmente. O que alguien llegue a tirar la mesa del póker y entonces no hay partida. Es decir, que un nuevo actor social irrumpa con tal empuje que modifique radicalmente la correlación de fuerzas políticas, por modificar la percepción de la situación por parte de la mayoría de la gente. O bien que impida esas elecciones, en las que está preprogramado un fraude para que el PRI vuelva a secuestrar al país… Lamentablemente no hay quién haga semejante cosa y las consecuencias de llegar y tirar el juego electoral pueden ser desastrosas.

En cualquier caso, hace falta (¡urge!) que las izquierdas echen a andar la imaginación y superen su conservadurismo para, entonces, intentar modificar la correlación de fuerzas y no llegar a julio de 2012 prederrotados.

* Sindicalista, profesor en el CCH Vallejo

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